Corren diversas leyendas sobre la estancia del escritor sevillano Alfonso Grosso en Estocolmo en esta época, de modo que intentaremos dilucidarlas en todo lo posible en estas páginas.
Grosso era funcionario del Instituto Nacional de Previsión (INP) en Sevilla desde 1950. Tuvo un gran éxito con su primera novela, La zanja (1961), lo que le llevó a plantearse una trilogía más ambiciosa que llevaría por título A la izquierda del sol. Estaría compuesta por las novelas: Un cielo difícilmente azul, De romería y Testa de copo.
Un cielo difícilmente azul se publica ese mismo año en Barcelona (Seix Barral, 1961), donde por entonces estaba residiendo, ya que había tenido que aceptar un traslado forzoso a la capital catalana por “subversión política”. La incomodidad y rebeldía del funcionario Grosso, así como su incipiente carrera literaria, lo llevan a abandonar la Administración voluntariamente en 1962. Este año lo pasa en Sevilla escribiendo la novela prevista sobre la Romería del Rocío, segunda parte de la trilogía que nunca se publicó, para la que contó con la colaboración de Antonio Burgos, que conocía bien el tema de primera mano.
Detención en Sevilla (1963)
La tercera novela sí se publica: Testa de copo (1963). Con ella comienzan los problemas para Grosso, que es detenido por la policía debido a una rocambolesca historia de traiciones, que hoy en día tiene algo de cómico. La historia es la siguiente:
Una serie de personas del mundillo cultural organiza un escrito de «abajofirmantes» (lo que en la época se denominaba «lucha firmada») para pedir la vuelta a España de los escritores exiliados tras la Guerra Civil (Sender, Cernuda, Alberti, Francisco Ayala, Zambrano, Manuel Andujar, etc.). Al escrito se adhieren, entre otros, Jean Paul Sartre, Ramón Menéndez Pidal y Pedro Laín Entralgo. Al llegar a Sevilla, se le entregó el texto a Julio Manuel de la Rosa, que lo firmó; fue pasando por otras manos, hasta llegar a Alfonso Grosso, que tenía que hacer lo mismo y pasárselo al crítico literario Rafael Conte.
Grosso y Conte -que no se conocían personalmente- quedaron en el Café Gran Britz de la calle Rioja de Sevilla. A la hora convenida se le acercó una persona y le preguntó que si era Alfonso Grosso. Sin más averiguaciones, le pasó el papel con las firmas al desconocido, que lo cogió y salió precipitadamente del local. Horas mas tarde, Alfonso Grosso era detenido en su casa por la Brigada político-social y fue interrogado en comisaría. Como es natural, lo que había pasado es que la persona que se le había acercado no era Rafael Conte, sino un policía que acudió en su lugar, tras la supuesta delación de éste (otras fuentes indican que el delator fue el falangista y profesor de derecho Joaquín Albalate).
Tras el trago de la detención, Alfonso Grosso estuvo amenazado de muerte en 1963 a resultas del manuscrito de su novela De romería (segunda de la prevista trilogía, escrita en 1962). La obra se mostraba muy crítica con la Romería del Rocío, de modo que no pudo superar la censura, quedándose sin editar. Sin embargo, un capítulo de esta novela se publicó en una antología de narradores españoles en Dinamarca. Esta versión en danés se tradujo a su vez al español y fue publicada en la revista España republicana de La Habana, Cuba. Esta edición cubana circuló por Sevilla en forma de folios mecanografiados y fotocopiados de pésima manera, sacados del capítulo “Diego, 1962″, con fragmentos aislados y sacados fuera de contexto. Una parte de la sociedad sevillana se sintió insultada por la visión que daba Grosso de la romería andaluza. El lío de su procesamiento, la prohibición de su novela y las amenazas e insultos que recibió, parecían una maniobra de unos fanáticos que habían amenazado de muerte al escritor. Además, Alfonso Grosso fue también uno de los firmantes de la carta enviada al ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, criticando la represión de los mineros asturianos que estaban en huelga (ABC, edición Andalucía, 13 de octubre de 1963).
En Estocolmo (1963)
En estas circunstancias se produce el misterioso viaje a Estocolmo, “invitado por Igmar Bergman”. Sabemos, debido al testimonio de Svengöran Dahl, uno de los jóvenes comunistas suecos que estuvo en Sevilla en el verano de 1963, que les pidieron que sacaran de España a un escritor español. Podría tratarse de Grosso, pero no hay nada confirmado. Lo cierto es que este escritor espanol se pasó el viaje de salida -en el Renault 4 de Sköld Peter Matthis- muy asustado, tapándose con una bufanda y en un estado de miedo a ser detenido. Los dos chicos suecos intentaban calmarlo, pero no lo consiguieron hasta pasar la frontera. De hecho, lo más verosímil es que fuera a Suecia gracias a Ingvar Boman, un tipo que había hecho un viaje en burro por Andalucía, y que luego se dedicaría a payaso. La similitud fonética entre los nombres de Ingvar Boman e Ingmar Bergman (que sí era conocido entonces) puede haber producido el equívoco.
Fuera o no fuera Grosso el escritor sevillano que sacaron en agosto de 1963 los dos activistas suecos -algo que aún debemos confirmar- lo cierto es que el propio autor le contó a su amigo y biógrafo Julio Manuel de la Rosa 1 que había estado en Estocolmo, trabajando como chófer de una funeraria. Se cuentan más anécdotas sobre esta estancia que, en todo caso, debió de ser breve. De la Rosa cuenta que apareció (cuando él pensaba que estaba viajando por Europa) en enero de 1964 en una conferencia que dio en la Universidad de Sevilla, en memoria de Luís Martín Santos (muerto en accidente de tráfico el 21 de enero de 1964), organizada por jóvenes estudiantes sevillanos afectos al realismo social (con la habitual presencia, entre el público, de «policías de lo social» camuflados).Tras el paréntesis olmense, sin embargo, no terminaron los problemas para Grosso. Su siguiente novela, El caprirote, que apareció publicada en México en 1964, por la editorial Mortiz, ya que la censura no autorizó su edición en España, también le trajo quebraderos de cabeza. Según relata su biógrafo, la novela fue fotocopiada en fragmentos aislados del contexto -como en el caso anterior- y “corrió de mano en mano por quinarios y hermandades”. De la Rosa cuenta cómo lo encontró un día en una cafetería, muy preocupado por la repercusión que estaba provocando El capirote en ciertos sectores de la sociedad sevillana y le dijo: “Tú no sabes el poder que tienen las hermandades en esta ciudad”. Además, su mujer recibió una llamada anónima por teléfono: “Dígale al cabrón de su marido que le vamos a meter el capirote por el culo”. En España no se publicó esa novela hasta 1974, por la editorial Seix Barral.
- Julio Manuel de la Rosa: Alfonso Grosso o el milagro de la palabra. Sevilla: Fundación José Manuel Lara, 2005 ↩